En la arena sigilosa hay enterrado un tesoro se dice que es un amor que llena de deseos con todo lo inesperado.
Me dice la mente: rastrilla con tus manos esa arena, retén entre tus dedos quizás logres diez deseos.
Deja de contar con tus dedos el sol y la luz de las velas. Dirige su luz al décimo deseo, el último que nos toca en los años venideros.
